samedi 31 mars 2007

Un billete a cualquier lugar

Cogió su impermeable marrón del perchero y una maleta perdida en algún rincón de la habitación. Sin tomar libro alguno para entretenerse en su próximo viaje, y tras echar un último vistazo a lo que dejaba atrás, en completo silencio, cerró la puerta.

Se marchó de incógnito, sin despedirse de las personas con las que había convivido hasta hoy. Arrimada a las aceras, con la cabeza gacha y un paso rápido. No llevaba regalos a quién entregar en su próximo destino, ni fotos de aquellos que dejaba atrás.

Volverá a presentarse en cualquier otra ciudad, en cualquier otra casa, ante cualquier persona que necesite de ella. Llamará a algún timbre, alguien le abrirá, y tras verle la cara, llorarán ambos un hola improvisado. Poco le importará que el día esté soleado y lleno de color, su llegada siempre es imprevista, no necesita invitación. Pero la tristeza viene igual que se va, sin avisar.

Sencillamente...se irá.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Quien de verdad necesita de la tristeza es la alegría. Ya que sin la una no tiene sentido la otra. Estar triste es humano, normal sano... si es con medida, como todo. Y enhorabuena por el blog.