Generalmente la gente piensa en su existencia, por las cosas que hizo o que no ha hecho, (y que probablemente nunca hará), ante las grandezas de la vida: éxitos profesionales, proezas humanas, viajes fantásticos, etcétera. No suelen ser sencillas.
Yo, sin embargo, me podría pasar la vida hablando de pequeños instantes, de simples miradas, torpes anécdotas. Necesito más tiempo para recordarlas, que el que tuve al vivirlas. Y no permitir que se queden en el pasado, o que cambien con el tiempo. No quiero que cambien mis recuerdos, ni para mejorarlos siquiera. Quiero retener ese olor a libro de texto nuevo, esa sensación de sábana recién cambiada, mantener aquél beso de “a dormir, que mañana hay cole” en la frente. Volver a llorar con la misma película.
Sinceramente prefiero recordar aquélla mirada sobre mí, con los ojos cerrados y el suave tacto de su mano sobre la mia. Y pensar que sigue aquí, ahí, allí. Dónde sea.
Sinceramente prefiero recordar aquélla mirada sobre mí, con los ojos cerrados y el suave tacto de su mano sobre la mia. Y pensar que sigue aquí, ahí, allí. Dónde sea.
1 commentaire:
Uno: Las miradas, los instantes, cada anécdota vivida son parte de nosotros hoy.
Dos: Llorar con las películas... posiblemente la mejor forma de llorar.
Tres: Felicidades por el blog y gracias por incluirme.
Enregistrer un commentaire