De alguna forma han llegado a mis recuerdos las notas de “Help” y en un parpadeo, he vuelto a mis dieciséis años. Mis primeros jeans de dos tallas menos que hoy con los bolsillos vacíos, mi pelo suelto para contradecir a la directora, mi dolor-de-ser-yo clásico de esa edad, el cuaderno donde acompañaban a las lecciones o tareas, poemas, fragmentos de canciones de los Beatles y dibujos, el aula donde tenías que mirar al frente, al encerado, cuando en realidad querías mirar a la ventana y soñar, o hacia ese compañero en cuya mirada deseabas perderte.
Esos recuerdos se amontonan imprecisos y ajados, algunos tan borrosos que se confunden con fantasías y otros tan claros que me encandilan. Recordar todo eso me hizo descubrir que la nostalgia tiene sabor a leche tibia y galletas untadas con sueños más derretibles que la mantequilla.
1 commentaire:
Tu más tierna entrada no podía quedar con 0 comentarios.
Deja de pensar tanto por favor.
Me despido ya del blog.
Un consejo: No escribas nunca más cuando estés triste.
O sea, No hagas como yo acabo de hacer.
Cuídate. Y sonríe que mañana será otro día en el que cabe una sonrisa tuya.
Au revoir
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